Su mecanismo se ríe de ti, de todos nosotros. Hay que terminar con ellos, nos están contaminando con sus minutos, nos adormecen con sus cuartos, las horas nos ahogan. Créeme, tú eres pequeño y sabes menos de la vida, yo ya he pasado por muchas dictaduras de esferas y manillas que ahora estarán oxidadas.
¡Relojes, harpías del tiempo! ¡Relojes, harpías del tiempo!

lunes, 16 de febrero de 2015

RESEÑA DE "RELOJES MUERTOS" EN LA REVISTA DIGITAL YAMELOSÉ!.COM

Reseñas: "Relojes muertos", de Eva María Medina por Mapi Pamplona"La persistencia de la memoria", también conocido como "Los relojes blandos", de Salvador Dalí (1931)

"La persistencia de la memoria", también conocido como "Los relojes blandos", de Salvador Dalí (1931)
“Relojes muertos” es el debut literario de Eva María Medina. Se trata de un libro que a modo de thriller psicológico nos transporta a las profundidades y a los deseos más tórridos del ser humano: inestabilidad, confusión, locura y delirio. Una novela que, sin demasiadas pretensiones, engancha al lector desde la primera hasta la última página, algo que ya de por merece un reconocimiento por parte del lector.
No soy una gran amiga de los prólogos. No les presto demasiada atención salvo en las obras clásicas, donde introducen notas curiosas y complementarias a la lectura. Pero en libros más recientes me resultan “pomposos” y demasiado acotados por intereses editoriales. En este caso concreto lo que me llevó a leer el prólogo de “Relojes muertos” fue que tenía la firma de Juan Manuel de Prada, y el hecho de que un escritor más que consolidado avale así una obra novel (Eva María Medina ha publicado o colaborado en algunos libros de relatos pero ésta es su primera novela) activó mi vena curiosa. Y puede que, en líneas generales, mi forma de ver o entender el mundo no tenga mucho que ver con la de este famoso escritor y articulista pero con su permiso y también con el de la autora me gustaría suscribir estas palabras del prólogo porque es una opinión que comparto. Cito literalmente:
“Eva María Medina construye esta prodigiosa novela con una prosa escueta, concisa, sin alharacas ni elucubraciones que huye de la escritura previsible y de las falsas erudiciones, pero que es hasta tal punto eficaz que nos mantiene en vilo durante la lectura de esta novela corta pero no menos apasionante, que demuestra a las claras la enorme capacidad de la escritora para sumergirnos en los lóbregos pasadizos de la esquizofrenia y para crear en sólo ciento cincuenta páginas la historia entrecruzada de unos personajes de inabarcable y tumultuosa complejidad”.

La historia (sin spoilers)

El tiempo puede ser el protagonista principal de esta historia pero no es el único: el olvido y todo lo que éste trae consigo (confusión, miedo, insatisfacción, frustración) aparecen como estrellas invitadas de la trama. ¿O qué tipo de sensaciones puede experimentar alguien que vuelve a la vida y tiene que empezar desde cero sin saber cómo y qué situaciones y experiencias le han llevado hasta ese punto? Está claro que la investigación sería la salida más apropiada para reconstruir nuestra propia biografía en este caso pero, ¿y si al hacer no obtienes los resultados que esperas o, mejor dicho, no obtienes ningún tipo de resultado? ¿qué haces cuando las respuestas en lugar de ayudarte a construir el puzzle se convierten en otras piezas todavía más difíciles de encajar? Imaginamos en esta tesitura a Gonzalo, el protagonista de “Relojes muertos”, abandonando una institución mental en la que ha estado interno durante un tiempo que ni siquiera él mismo acierta a concretar. Al salir se enfrenta a un mundo en el que se encuentra totalmente indefenso: sus compañeros de trabajo, sus vecinos, sus amigos, todos parecen conocer una parte de él que su cerebro se resiste a recuperar. En este ambiente inicia una nueva vida junto a nueva mujer. Se instalan en su antigua casa y todo va bien hasta que los recuerdos, en forma de “náusea”, vuelven de forma velada, incontrolada e intermitente. Con ellos vuelven las obsesiones que a buen seguro fueron el detonante de su crisis. Para el protagonista la estancia en el hospital es la barrera a derribar. Antes de ella hay sólo retazos de una historia y, después, un mundo que no es el suyo y en el que debe desenvolverse. Los personajes corales que le acompañan tampoco ayudan demasiado. Si lo pensamos fríamente, se trata de algo crudo y cruel.
Portada Relojes muertos 2
Me gustaría destacar las referencias musicales y sobre todo literarias que hay en este libro porque hacen la lectura mucho más cómoda (la escritora es filóloga y eso se nota). Sobra decir que en una novela de estas características el orden es lo de menos y eso no es ni negativo ni contraproducente. Al contrario: te permite disfrutar de cada párrafo y de cada página de forma independiente apreciando la riqueza del lenguaje y de las estructuras y ayudando a dibujar el complejo retrato de sus protagonistas. Para concluir, y en este mismo sentido, tengo que decir que “Relojes muertos” está en la línea de otra novela que leí hace unos meses (“Horror vacui”, de Paula Lapido) y mi conclusión es exactamente la misma. En la lectura, como en otras facetas de la vida, hay que dejarse llevar y disfrutar de ella como lo que es, un elemento de ocio que nos enriquece a distintos niveles. No sé si esta similitud entre ambas autoras es fruto de una tendencia literaria actual o es un producto de mi imaginación pero la verdad es que este tipo de obras que dejan libertad a la interpretación al lector se agradecen porque son muy frescas y porque, además, funcionan.

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