Su mecanismo se ríe de ti, de todos nosotros. Hay que terminar con ellos, nos están contaminando con sus minutos, nos adormecen con sus cuartos, las horas nos ahogan. Créeme, tú eres pequeño y sabes menos de la vida, yo ya he pasado por muchas dictaduras de esferas y manillas que ahora estarán oxidadas.
¡Relojes, harpías del tiempo! ¡Relojes, harpías del tiempo!

jueves, 18 de enero de 2024

MOSAICO DE BARR(I)O MOVEDIZO, DE SALOMÉ BALLESTERO

"b.-este libro habla de lo cotidiano 

   1. de pastillas para la psicosis verde. 

   2. del cartón de leche gris semidesnatada. 

   3. de los tarros de compota amarga rellenos de naranjas hacia ninguna parte." 



Una obra de teatro que es un poema, un poema con tantas voces y escenarios que es un teatro, el intento de una novela que no sabe el orden: instante y continuidad. 







Salomé Ballestero nos regala un barrio, Carabanchel, con sus gotas de café, su basura sin esconder en los portales, las personas bellamente racializadas y el hospital, lugar de inicio, cura y fin.


Pieza Rara: poema y teatro Autora: Salomé Ballestero Prólogo: Luz Pichel Ilustraciones: Andrea López Montero 144 páginas, 22×14 cm.  Cubierta: papel verjurado ahuesado con solapas. Para adquirir el libro pincha en el siguiente enlace:

https://piezasazuleseditorial.com/2023/12/26/mosaico-de-barrio-movedizo/



lunes, 12 de octubre de 2020

"RELOJES MUERTOS" EN EL BLOG DE MAE



"
Esta es la primera novela de Eva María Medina, que fue publicada en 2015 por la editorial Playa de Ákaba. Su segunda novela quedó finalista el año pasado en el prestigioso premio Herralde."


"En mi opinión, el punto fuerte de esta obra, lo que la hace diferente, es la manera excepcional de la autora de desgranar la amalgama informe que el protagonista tiene en la cabeza; la realidad se mezcla constantemente con las alucinaciones y los recuerdos. En algunos momentos el lector no puede distinguir lo que es verdad de lo que es paranoia y, precisamente, eso es lo que más me ha gustado: sentir, al igual que el protagonista, que el mundo es un escenario completamente delirante del que uno no puede escapar."

Mayte Blasco

Para leer la reseña completa:

https://elblogdemae.com/2020/10/11/relojes-muertos-de-eva-maria-medina/



lunes, 13 de noviembre de 2017

OVACIÓN Y VUELTA AL RUEDO




 En una sala fría, un hombre serio, con bata y guantes blancos, observa a una serpiente con la cabeza machacada. El hombre pone música clásica. Coloca al reptil en una posición ventrodorsal y, con un bisturí, hace una incisión desde el cuello a la cloaca. Suda. Suda mucho. Frente, cejas… Con la manga de la bata, se quita el sudor. No dañaré ningún órgano, piensa. Con pinzas y tijeras, separa piel y músculos. Lo hace con mimo, casi con cariño. Al terminar, admira su trabajo. Limpia la mesa y coloca una lámina de corcho del tamaño del animal. Encima de la lámina sitúa el cadáver. Coge unos alfileres gruesos y pincha la piel, uniéndola al corcho. Despacio, con paciencia; siguiendo el curso de aquel cuerpo alargado. Primero, el lado izquierdo; después, el derecho. Al concluir, hace unas fotografías. Apaga la música y enciende una videocámara. Comienza la grabación. Expone las características del ofidio, añadiendo que ese ejemplar les llegó con la cabeza machacada. «Normalmente mueren de causas naturales.» Señala los órganos. «La tráquea», dice, «está formada por anillos cartilaginosos incompletos, su porción ventral es rígida y el extremo dorsal es de naturaleza membranosa.» Fija la vista en el pulmón derecho y lo señala. «Casi abarca todo el cuerpo.» Secreciones, mucosidad, un color blanquecino demasiado rojo. Mira a la cámara y habla de ello. Problemas respiratorios, piensa. Muestra el izquierdo, más pequeño, diciendo que el funcional es el derecho. No así en el resto de reptiles. Con las pinzas mueve el corazón, mostrando ventrículo y aurículas. «Esta movilidad», indica luego, «facilita el paso de la presa por el esófago». Se imagina cómo esa telilla tan fina, se dilata y por ahí pasan ratones, sapos, pájaros… Una digestión que puede durar días, incluso meses. Muestra el tubo digestivo; de la boca a la cloaca. Explica que el jugo gástrico de las serpientes, al tener un pH muy ácido, le permite digerir los huesos de sus presas. Con las pinzas palpa el estómago, que tiene aire dentro. Se fija en unos puntos blancos, posibles parásitos, y hemorragias. Más golpes, piensa. «No hay cuerpos de grasa. Está muy por debajo de su peso. El hígado parece sano.» Sitúa la vesícula biliar junto al páncreas y el bazo. Muestra dos riñones lobulados. Al dar con los ovarios, comenta que es hembra y explica las diferencias. Añade algo sobre los intestinos y se despide. 
Apaga la videocámara. Se enjuga el sudor y pone la música. Cierra los ojos. Los arpegios lo envuelven. Se quita los guantes y se acerca al reptil. Palpa los anillos cartilaginosos de la tráquea. Tan flexible, tan elástica. La rodea con los dedos y se ríe, mostrando unos dientes pequeños. Luego, hinca sus uñas y aprieta. De un tirón, la arranca. Se lleva un extremo a la boca y, con los dedos ligeramente arqueados, toca. Allegretto. Tres por cuatro. Laa sol si la sol si laaaaa sool fa sol fa mi reeeee… Cuando se cansa, tira la tráquea al suelo y escruta el cadáver. Coge las pinzas que mueve como si dirigiese una orquesta. Detiene el brazo y, fijándose en la víctima, lo extiende como si blandiera una espada. Clava las pinzas en el hígado. Una y otra vez, hasta despedazarlo. Quedan trozos pegados a sus dedos que se limpia con el trapo. La melodía le deprime. Hay que seguir, seguir… Ahora agarra… las tijeras y trocea la vena cava. Se excita. Imposible parar. Mete los dedos en el estómago. Acaricia sus paredes musculares. Aplasta con los nudillos la vesícula biliar, ese saco verde que le repugna. Extirpa ovarios, riñones, páncreas y bazo. Luego, taconea sobre las masas viscosas con zapatos grandes y negros. Oye los aplausos. Escucha los oles, que braman. Se debe a su público. Coge los instrumentos. En la mano izquierda, las tijeras; en la derecha, el bisturí. Acerca las manos y alza los codos. Se sitúa frente al animal. Con los pies juntos inclina el cuerpo hacia un lado, da un salto, y clava tijeras y bisturí en el tubo digestivo. Aplauden, gritan. Saluda a la afición. Sujeta el trapo por la espalda con ambas manos, da medio giro, y lo levanta deslizándolo por el lomo de la serpiente. ¡Olé! El hombre se pone de rodillas con el trapo extendido sobre el suelo. Lo alza pasándolo de izquierda a derecha sobre la cabeza del reptil. ¡Olé, olé! Se levanta y saluda. Gritan su nombre, lo quieren. Tras un pase de pecho, sabe que no puede retardarlo más. Coge el bisturí y se concentra. Mira a la serpiente. Le corre un sudor frío. El estoque de muerte. Se lo debe. A su público. Se lo debe. Segundos, apenas unos segundos, y el hombre atraviesa el corazón del animal y lo extrae. Oye los vítores, las ovaciones. Se pasea por la sala empuñando el bisturí con el corazón ensartado. La multitud agita pañuelos blancos. El presidente otorga la lengua. El hombre abre la boca aporreada de la serpiente, estira la lengua del reptil y le da un tijeretazo. Rodea la mesa de zinc alzando la lengua bífida. El público brama. Le tiran claveles, tangas rojos, negros que coge y huele mientras piensa en la próxima disección.


                                                                                      

miércoles, 12 de abril de 2017

ENTREVISTA EN "NARRATIVA BREVE"


Francisco Rodríguez Criado: Relojes muertos es una novela intensa, volcada en el estudio psicológico de personajes intempestivos, algo así –creo yo– como un ensayo narrativo sobre los oscuros recovecos de la psiquis. La novela nos permite asomarnos desde un balcón cercano a los mundos interiores, tormentosos, de personajes rayanos en la locura. Me gustaría saber de dónde procede tu interés por la locura (al menos como tema literario), y en qué te has apoyado a la hora de retratar psicológicamente a los personajes del libro. 
Eva María Medina: Que consideres mi novela como un ensayo narrativo sobre los oscuros recovecos de la psiquis, me halaga. No recuerdo dónde leí que los temas, las historias eligen al autor, y no al contrario. En la escritura el inconsciente juega un papel relevante, llevándonos por caminos que nunca pensaríamos que transitaríamos. A mí este tema siempre me había interesado, muchos de mis relatos —como «Tan frágil como una hormiga seca» y «Ser el otro»— comparten esta misma obsesión.
Me preocupa esa línea tan fina que existe entre cordura y locura, lo fácil que es traspasarla y verse al otro lado. Me inquieta el sufrimiento de los enfermos mentales, el rechazo social, lo difícil que es la convivencia con ellos, el ostracismo al que la propia enfermedad y la sociedad los retrae, la frustración del que quiere ayudar y no sabe cómo… Quería ponerme en la piel de un esquizofrénico, hacerme las preguntas desde dentro del personaje, y contestarlas, o intentar hacerlo, dejando puertas abiertas para que el lector libremente las cruzase.
Para conseguir meterme en la piel del personaje principal, y de algunos secundarios, para crear personajes verosímiles, tuve que documentarme sobre las enfermedades mentales, en especial la esquizofrenia. Me fueron de gran ayuda ensayos como Sobre la locura de Fernando Colina o Genio artístico y locura. Strindberg y Van Gogh de Karl Jaspers, donde su autor desarrolla un estudio comparativo de las trayectorias vitales y artísticas de Strindberg, Swedenborg, Hölderlin y Van Gogh, incluyendo una indagación estricta sobre las relaciones entre locura y creatividad artística. Sin embargo, fueron los libros de ficción que abordaban este tema los que más me influyeron. Grandes novelas como El atestado de J.M.G. Le Clézio, Mi alma en China de Anna Kavan, Huida a las tinieblas de Arthur Schnitzler, Sophia de Colin Thubron, Delirio de David Grossman, Inferno de August Strindberg, Alguien voló sobre el nido del cuco de Ken Kesey, Delirio de Laura Restrepo, y Tierra de David Vann.
Estas y otras lecturas me acercaron al problema subrayándome aspectos de su psique comunes en estos enfermos: sus alucinaciones (sobre todo auditivas), el desdoblamiento que pueden llegar a sufrirsu relación directa con un ser superior, que suele ser Dios, llegando incluso a sentir a ese ser superior dentro de ellos («Una especie de religión se ha creado en mi interior», nos cuenta el narrador protagonista de Inferno de Strindberg). Alteraciones en la percepción: objetos que se trasforman y les hablan, «una farola canta» en Inferno; «el blanco, al moverse, se animaliza. El negro se negrifica» percibe Adam, el personaje principal de El atestado de Le Clézio, el cual también escucha «el murmullo de una caída vecina de motas de polvo, en alguna parte debajo de un mueble.» Se creen víctimas viviendo un destino prefijado; carteles, señales, anuncios o sueños predicen su destino. Reciben malos o buenos augurios. A veces se sienten dirigidos por otra persona. El loco, al igual que el alcohólico, tiene momentos de una afinada cordura, pero también sufre embotamiento. Manía persecutoria, vértigo, mareos, angustia, insomnio, obsesiones, miedos, premoniciones, ansiedad, ira, tendencia a discutir, violencia y desinhibición (se impone el inconsciente, rompiéndose el encorsetamiento civilizatorio) suelen formar parte de su vida.
El psiquiatra y ensayista Fernando Colina en su libro Sobre la locura nos explica:
«En su polo esquizofrénico, en cambio, es el temor al contacto con el otro, vivido como invasor y maléfico, lo que le arrastra a la soledad pasiva y al desinterés por el mundo. Pero también el esquizofrénico puede reaccionar en sentido contrario, cuando a veces se agita y se disocia en una vertiginosa movilidad que no encuentra motivación».


Para leerla completa: https://narrativabreve.com/2015/03/entrevista-a-eva-maria-medina.html

miércoles, 5 de abril de 2017

ENTREVISTA EN "MISIVAS PARA POE"

—Más adelante te preguntaré por tus libros de cabecera, los que siempre llevas contigo; pero noto cierta influencia kafkiana en tus escritos. Mucha de tu producción literaria tiene que ver con lo onírico, con alucinaciones extrañas de los personajes, con esa parte oscura que tenemos los seres humanos… ¿Es cierto que muchos de tus escritos se ven influenciados por el autor checo? 



—Sinceramente no lo sé, me resulta muy difícil analizar lo que escribo o del modo que lo escribo. Si muchos de mis escritos, como tú lo consideras,  se ven influenciados por Kafka, es totalmente inconsciente. Es uno de mis autores predilectos porque la esencia de su literatura está muy ligada a mis preocupaciones más íntimas: incomunicación, soledad, alienación… Confieso que cuando, en mi adolescencia, leí por primera vez a Kafka, algo en mi interior se quebró. Me zambullí en esa zona fronteriza entre el sueño y la vigilia; y en ese mundo inhabitable, incomprensible, me sentí desvalida, desorientada. El dolor, el desespero, la frustración de sus personajes los hice míos. Ahora, cuando releo sus relatos, estos siguen removiéndome. Solo la gran literatura puede hacerlo, y Kafka lo hace, y de qué modo. 



















Para leerla completa: http://misivasparapoe.blogspot.com.es/2017/04/entrevista-la-escritora-eva-maria.html

miércoles, 22 de marzo de 2017

RESEÑA DE "RELOJES MUERTOS" EN LA REVISTA ÁGORA 127

Relojes muertos, de la narradora madrileña Eva María Medina Moreno, me sumergió en un laberinto a la vez tenebrosa y luminoso que reafirmó mi convicción de que los rostros de la realidad son múltiples, y para desentrañarlos se requiere de más de una atalaya de observación, una de las cuales es la de la locura.




Al final de la lectura de Relojes muertos Eva Medina te ha convertido en su cómplice literario y el lector ha aceptado el juego.

Luis Rico Chávez




Para leerla completa: http://www.agora127.com/cul17ricor.html