Su mecanismo se ríe de ti, de todos nosotros. Hay que terminar con ellos, nos están contaminando con sus minutos, nos adormecen con sus cuartos, las horas nos ahogan. Créeme, tú eres pequeño y sabes menos de la vida, yo ya he pasado por muchas dictaduras de esferas y manillas que ahora estarán oxidadas.
¡Relojes, harpías del tiempo! ¡Relojes, harpías del tiempo!

domingo, 21 de diciembre de 2014

viernes, 19 de diciembre de 2014

RESEÑA DE "RELOJES MUERTOS" EN TRABALIBROS






Tras leer la novela de Eva María Medina una duradera e inquietante sensación permanece en el interior, la de haber sido espectador de personajes existiendo en la no vida. Como así sucede con el protagonista, cuyo tiempo transcurre muerto.
La novela se desarrolla ante nuestros ojos a una velocidad fílmica, alcanzando cada uno de sus párrafos hondos pliegues del alma como la impresión recibida ante una buena película. Sirviéndose de una narrativa brillante y perspicaz, nos introduce en el culto al delirio. Porque el protagonista, desde su personal voz, nos habla de su propia incomprensión y caos existencial.
En esta historia abundan personajes atormentados con vidas desistidas y son ellos quienes acompañan ese tiempo muerto donde se suspenden sus existencias. Existencias de unos y otros mecidas por el vaivén de la temible esquizofrenia, mundo donde toda realidad coexiste absorbida por un vórtice coherente en su atroz vorágine, e incoherente para quienes observan en la comodidad del insolidario silencio al otro lado del espejo. 
El delirio visto desde dentro, comprendido por nosotros los lectores, incomprendido por el narrador, nos ofrece un tratamiento del tema original y un exquisito ejercicio narrativo, de gran precisión, y de perfecto control sobre el relato.
El texto es una composición de poderosas imágenes al servicio de la metáfora, como en el caso del mimo en el Retiro, contemplado en secreto. Ellas nos hablan de prisiones y encarcelamientos emocionales además de suponer momentos de inflexión para el personaje. Porque es entonces cuando emerge ese Madrid distorsionado para él, hermoso para nosotros, concluyendo en un fascinante resultado de emociones contrapuestas.  
Además, poderosas descripciones de entornos y personas refuerzan ideas y aconteceres de esta novela dotándola de una calidad literaria indiscutible. La autora sumerge a sus lectores en el complejo universo de una mente obsesiva, y confundida que se golpea a sí misma con cada suceso como el tictac de un reloj fanático, consiguiendo con ello, una tremenda sensación al pasar cada página, ¿pues qué esperanza tiene un reloj descontrolado? No demasiada.  
De igual modo sucede con el protagonista, ¿qué vida tiene? Ninguna, pues es imposible vivir así. Sin embargo su corazón continúa latiendo como una máquina con el alma desencajada. Debe seguir avanzando pues, el alma confundida en los delirios de la mente y el cuerpo sin estímulos, incapaz de sentir. Por eso su tiempo transcurre muerto, como el de los relojes golpeados, cuyas manecillas a lo mejor siguen avanzando en torpes intentos desacompasados, porque en realidad su mecanismos ya hace tiempo que están muertos. 
Así es, Relojes muertos. 


miércoles, 10 de diciembre de 2014

EDITORIAL PLAYA DE ÁKABA PUBLICA "RELOJES MUERTOS", DE EVA MARÍA MEDINA





En esta novela Eva María Medina teje una urdimbre compleja en torno a unos personajes que desde el principio se nos antojan tan cercanos como nosotros mismos, logrando una especial amalgama entre la realidad y la locura y arrastrándonos inevitablemente en el torbellino de la existencia del protagonista, marcada por la esquizofrenia, pero también por el anhelo de buscar un motivo que justifique y dé sentido a su azarosa y atormentada vida.
Una obra excelente que nos adentra en los tortuosos caminos de la locura, en los vericuetos de las vidas atroces de unos personajes, de inabarcable y tumultuosa complejidad, marcados por la tragedia y empeñados en liberarse de sus tribulaciones personales.
Eva María Medina construye esta prodigiosa novela con una prosa escueta, concisa, sin alharacas ni elucubraciones, que huye de la escritura previsible y de falsas erudiciones, pero que es hasta tal punto eficaz que nos mantiene en vilo durante la lectura de esta novela corta pero no menos apasionante, tan personal, tan infrecuente, tan literatura en estado puro.

                                
                             Del prólogo de Juan Manuel de Prada

http://playadeakaba.com/?q=obras/relojes-muertos
http://playadeakaba.es/relojes-muertos/

jueves, 30 de octubre de 2014

GENERACIÓN SUBWAY



 El metro se come a sus viajeros, masticándolos despacio, y después escupe restos de ojos, cejas, bocas, y algún zapato viejo. La línea que separa ficción y realidad se desdibuja. Lo fantástico escurriéndose entre paredes cotidianas.
 La necesidad de reinventarse cada día, de ese exilio cotidiano, verse al otro lado del cristal. Un cristal opaco, con manchas negras en los bordes. Un cristal en el que cuesta tanto reconocerse…
El mundo ‒infinito, inabarcable‒ cabe en un vagón. El viaje lo es todo. Los viajeros se sienten presos en lo finito, repeliendo lo cotidiano.
Reencuentros, libros, teorías, juegos, sueños… La felicidad cogida con pinzas en ese intentar escribir algo que atestigüe que la vida mereció la pena. Todo viaje lleva dentro el testimonio de lo marchito, de la muerte.
 La vida vista como un puzle viejo: las esquinas de muchas de sus piezas dobladas, el dibujo descolorido, algunas rotas, y faltan tantas… Y el conductor tan cansado de mirar las vías del tren.  


EVA MARÍA MEDINA MORENO
http://playadeakaba.com/?q=obras%2Fgeneraci%C3%B3n-subway-breve-volumen-1 

viernes, 30 de mayo de 2014

RELATOS EN LIBERTAD


La Antología RELATOS EN LIBERTAD continúa la línea inclusiva y plural del programa de edición y publicación de libros que viene encarando ANUESCA con la dirección de la escritora Harmonie Botella Chaves. Escritoras y escritores participantes muestran en esta obra las diferencias que sutilizan el oficio narrativo, a la vez que abren un abanico de poéticas diversas, enriquecedoras para lectora y lector, como sucede siempre con la diversidad de enfoque de saberes y de hacer. Pinta tu aldea, y pintarás el mundo, dice un refrán, aunque suele atribuirse su autoría al poeta y dramaturgo William Shakespeare y también al escritor ruso León Tolstoi. Los relatos de esta Antología ponen de manifiesto la sabiduría popular de ese decir que se siente anónimo y atemporal, ya que los textos seleccionados marcan rasgos identitarios desde un lenguaje castellano que por momentos se sumerge en vocablos, construcciones, poéticas y giros de distintas regiones hispanohablantes, en la frondosidad y capas en constante dinamismo que van constituyendo las comunidades, sus tradiciones y culturas. En esa búsqueda y afianzamiento de identidades, la Antología muestra formas lingüísticas propias, la mayoría no demasiado conocidas, al menos para mí, que tengo por norte el Sur en la otra orilla del Atlántico, y sin embargo resultan fácilmente comprensibles en el devenir de lectura. Los buceos por profundidades culturales, por los rizomas que interconectan raíces, dan a conocer inclusive ¡y en buena hora que así sea! modalidades de lenguas no romances provenientes de pueblos originarios. Tal es el caso de Francisco Lezcano-Lezcano en su relato EL PEQUEÑO ALGEGÜELLA: “El achuteiga, el guerrero de valor, sonrió”. “Algegüela temía que el vuelo de pájaro despavorido que sentía en su pecho, delatara su intención. Padre e hijo y la solidaridad de la comunidad de nativos frente a “la invasión hombres extraños, llegados sobre el mar en un gran pájaro blanco, eran muy peligrosos, mucho más que un tibicenas.” A las características distintivas mencionadas se agrega la del detalle, la diferencia que nos marca y visibiliza, sea este relieve proveniente de investigación y género en una historia de vida excepcional, como lo es la de MARJIA SKLODOWSKA, UNA MUJER DIFERENTE, de Harmonie Botella; el humor, realismo y picardía de MILAGRO EN EL CAMINO DE SANTIAGO, de Daniel de Culla; el juego ambivalente entre sueño/realidad en LA ÚLTIMA MISION de Vicente Palao, por no citar sino algunas de las variadas temáticas y estructuras textuales que ofrece el libro. Lo amatorio y testimonial vividos en territorios disímiles, subjetivos o geográficos, campean en narraciones como AZUL y MI RÍO, de Mirta del Carmen Gaziano de Bella, de Argentina, EL SÍNDROME DEL ADIÓS, de Nicolás Mateo, de la República Dominicana, o EL CAPITÁN ENZO PALAZIO de Remedios de Los Ángeles Climent, de El Campello. Los siempre interrogantes acerca de los misterios de la muerte y de la vida cruzan intertextualidades desde el tratamiento micro o macro, con presencia constante del claroscuro del ser humano, sus relaciones, sus máscaras. Estas temáticas se desgranan y apelan al lector en relatos como MIS OTRAS VIDAS de Manolo Condevolney; El MODELO de Miguel Ángel Garrido; SIMPLEMENTE LA VIDA de Violeta Gambín Sevilla; VENCER AL MAR, de Manoli Lorente Lax; TAN FRÁGIL COMO UNA HORMIGA SECA, de Eva María Medina Moreno; LA ESPADA DE ZENITH de Cristián Mínguez o RECORDAR EL OLVIDO, de Irene Mercedes Aguirre, de Avellaneda, Bs.As., dan cuenta de episodios sociales que aún siguen siendo parte de la sombra, sin distinción de fronteras o continentes, de nuestro llamado mundo globalizado Invito a lectoras y lectores a acompañar esta nueva apuesta a la lectura activa que realiza ANUESCA con RELATOS EN LIBERTAD, libro que cuenta con escritoras y escritores que arriesgan su palabra ficcional desde Barcelona, Madrid, El Campello, Alicante, Canarias, Murcia, Aragón o Entre Ríos, Buenos Aires y Neuquén de Argentina, República Dominicana y Piura de Perú.
     
Lilí Muñoz
Ciudad de Neuquén, Provincia del Neuquén, Patagonia, Argentina.
Delegada de ANUESCA en Patagonia

martes, 25 de febrero de 2014

RESEÑA DE "EL FRÍO DE LA FE", DE JAVIER FLORES LETELIER, POR EVA Mª MEDINA MORENO

Javier Flores Letelier da voz a un hombre enfermo, rabioso. Un hombre que siente la necesidad de golpear contra las bestias de los vitrales. Que quiere ver la tumba de su hijo, construida con sus manos. Que busca su cadáver y encuentra el reflejo de un mal endémico. Lluvia estancada, hogares incendiados, sed y hambre, guerrillas, drogas y dioses. Tierra ilícita y quebradiza.
Aunque la memoria se lleve trozos de su piel, el poeta clava sus uñas en la tierra donde llegaron los conquistadores perdidos. Nos habla del dictador que sigue aleccionando detrás del cristal de sus retratos, de la resignación del condenado, de esas cicatrices que han sobrevivido después de tantos años. La memoria vista como la mayor de las bestias.

La esencia cálida del carbón en el viento
tocó la frente del condenado antes del sonido de los disparos
rasgando la madera pálida donde el retrato del dictador
alecciona a las generaciones venideras a mantener un férreo silencio
frente a la violación del prójimo
para ser dignos del llanto de los camposantos.
La sangre llenó la visión de la luz bajo cada roca,
las alas imaginarias de los terrenos devastados,
el ruedo del alma de las máquinas
impregnadas con el olor de los alimentos descompuestos
que las criaturas perseguidoras del sol de la frontera
cargan en sus consciencias.
La aurora del humo se inflama
y los que han sobrevivido observan sus cicatrices
como a imperios malditos que no desaparecerán;
la memoria es la mayor de las bestias.
La sangre invade todo el poemario; la de los heridos, la de los muertos, la de los que están aún por nacer. Sangre enferma ‒como la de nuestro poeta‒ derrochada por el culto a los dioses, por la ignorancia de los mártires. «El depredador no ataca en nombre de la moral», nos dice, «que redime la culpa por la pobreza, /lo hace desde el frío de la fe.»
Javier Flores Letelier reflexiona sobre la dignidad de la venganza, la necesidad de pedir perdón por los errores de nuestros antepasados, y esa exigencia morbosa de castigo en, los que considero, los mejores poemas del libro.

No vayas hacia la matriz de la ternura.
Aliméntate desnudo
en la tierras quebradizas
de la ciudad
sacrificada hasta la ceniza
de cada mordida del aire vívido
en su significado animal.
Verás que sabes pelear
como si el hierro nunca hubiese sido forjado.
Mantén el rostro amenazante
en la dignidad de la venganza
para que la inocencia sea obvia
ante quienes han vivido contigo
aquellos tres segundos indivisibles
de la cruz en llamas en los murallones.
No vayas hacia la luz ahora,
ya hace mucho antes de la caída
habías recibido la pronunciación de la profunda quebrada
en la libertad de las pesadillas,
la redención del espectro salvaje
en el rostro del niño del pecho partido,
la prima trashumancia en la vertiente de lo indígena y lo sacro.
Cada nuevo siglo pedimos perdón
por lo hecho por nuestros antepasados
a quienes eligieron
no confinar hacia el murmullo herido
de los símbolos ocultistas
la necesidad de golpear contra las bestias de los vitrales
y fueron expuestos
en el diagrama del cinismo
del sello público
como las facciones bifurcadas del origen
ante el que nos inclinamos,
pedimos perdón por lo hecho
por nuestros antepasados a nuestros antepasados,
por las amenazas pregonadas desde las cúpulas
que nos aleccionan en el presente
con la excusa del aviso de lo increado
en los antiguos restos.
Cada nuevo siglo, en el terror
del vértigo de la presencia
castigamos a quien
cruzado por los estigmas
del hierro degradado
representará la sabiduría abandonada
en el morbo de la esencia
pulverizada
de la visión de los mundos
concretos
en los que se fragmenta el metal
de la mente
por la incertidumbre peregrina
de la religión de las ciudades devastadas,
la túnica petrificada envolviendo
al animal, mortaja
y materia en la reflexión
del indigente que mira receloso la desconfianza
con la que fingen contemplarlo,
el deber con el que lo buscan
para golpearlo y exhibirlo públicamente
en nombre de la gracia del camino
que traza su cuerpo magullado.
El poeta quiere huir de la muerte, que se esconde detrás de los objetos; esos «objetos de la memoria que tienen su propio olor». Rememora un pasado de crímenes, vejaciones, tras la sonrisa envejecida de aquella mujer a la que una vez amó. Quiere «mantener el dolor en el fuego de los pómulos». Busca sus raíces, su rostro, en lo indígena, en lo sacro. «Necesita incendiar el imperio, ver la estructura metálica exhibida cadente, impredecible…». Se convierte en asesino mientras frota «el agua contra la herida pero la hemorragia no cede». Y escucha, como esos rapaces desvestidos, «los lamentos de los fieles cuando encuentran los milagros/ en el castigo de las figuras envueltas en llamas».

martes, 14 de enero de 2014

EPÍLOGO DE "CUENTO Y APARTE" DE JUAN CRUZ

Epílogo de Cuento y aparte de Juan Cruz 
Por Eva María Medina Moreno

Un hombre amnésico vomita notas de libros hasta quedarse vacío. Otro hombre se pierde en el color de un cuadro. El dolor engendra locura. A Elías le gusta caminar por los bordillos, verse solo, poner en juego su yo más profundo. La soledad engendra locura. En una secta sus miembros quieren liberar al mundo de toda utopía. La realidad engendra locura.

«La muerte es inocente», nos dice el autor, «la muerte no aprieta el gatillo, no clava una estaca, la muerte no sabe abrir la espita de gas y tampoco te aplasta la cabeza de un martillazo». En «Holocausto» su protagonista ve en la muerte su forma de salvación.

La ficción se come a los personajes, masticándolos despacio, y después escupe restos de ojos, cejas, bocas, y algún zapato viejo. La línea que separa ficción y realidad se desdibuja; cuerpos que salen de los libros, tipos de letras que luchan para ser ellas las que cuenten la historia. Lo fantástico escurriéndose entre paredes cotidianas. 

La necesidad de reinventarse cada día, de ese exilio del que nos habla Juan Cruz; verse al otro lado del espejo. Un espejo opaco, con manchas negras en los bordes. Un espejo en el que cuesta tanto reconocerse… 


A Juan Cruz el mundo ‒infinito, inabarcable‒ le cabe en una mano; mano que cierra, apretando fuerte, muy fuerte, hasta ver trocitos de cabezas, de ropa, saliendo entre sus dedos. Si Dios no ha sido piadoso, piensa el escritor mientras sigue estrujando su mano, ¿por qué lo voy a ser yo?

El autor nos dice, «la carretera lo es todo. El paisaje también», mientras sus personajes se sienten presos en lo finito, repeliendo lo cotidiano. En «Literadura» un hombre dentro de un laberinto nos pregunta: «¿Cómo se puede habitar un camino?», y él mismo se contesta afirmando: «Se trata de hacer de la búsqueda un hogar definitivo». En «Negros» unos escritores intentan «robarle tiempo al camino».

Reencuentros, libros, teorías, juegos, sueños… La felicidad cogida con pinzas en el sabor erróneo de un café, y ese intentar escribir algo que atestigüe que la vida mereció la pena. «Toda creación», piensa el escritor, «lleva dentro el testimonio de lo marchito, de la muerte». 

La vida vista como un puzzle viejo; las esquinas de muchas de sus piezas dobladas, el dibujo descolorido, algunas rotas, y faltan tantas… Y el autor tan cansado de mirar debajo del sofá. http://issuu.com/revistagroenlandia/docs/cuento_y_aparte_juan_cruz_lopez2