EVA MEDINAPor Carmen Fernández Etreros.
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ENTREVISTA a Eva María Medina
Por Carmen Fernández Etreros (para Top Cultural).


P. ¿De dónde surge la idea de tu primera novela Relojes muertos? ¿En qué te inspiraste?
Surge de un relato corto que siguió dando vueltas en mi cabeza y tuve que seguir abordándolo. 
Para conseguir meterme en la piel del personaje principal, y de algunos secundarios, para crear personajes verosímiles, tuve que documentarme sobre las enfermedades mentales, en especial la esquizofrenia. Me fueron de gran ayuda ensayos como Sobre la locura de Fernando Colina o Genio artístico y locura. Strindberg y Van Gogh de Karl Jaspers, donde su autor desarrolla un estudio comparativo de las trayectorias vitales y artísticas de Strindberg, Swedenborg, Hölderlin y Van Gogh, incluyendo una indagación estricta sobre las relaciones entre locura y creatividad artística. Sin embargo, fueron los libros de ficción que abordaban este tema los que más me influyeron. Grandes novelas como El atestado de J.M.G. Le Clézio, Mi alma en China de Anna Kavan, Huida a las tinieblas de Arthur Schnitzler, Sophia de Colin Thubron, Delirio de David Grossman, Inferno de August Strindberg, Alguien voló sobre el nido del cuco de Ken Kesey, Delirio de Laura Restrepo, y Tierra de David Vann. 
Estas y otras lecturas me acercaron al problema subrayándome aspectos de su psique comunes en estos enfermos: sus alucinaciones (sobre todo auditivas), el desdoblamiento que pueden llegar a sufrir, su relación directa con un ser superior, que suele ser Dios, llegando incluso a sentir a ese ser superior dentro de ellos («Una especie de religión se ha creado en mi interior», nos cuenta el narrador protagonista de Inferno de Strindberg). Alteraciones en la percepción:  objetos que se trasforman y les hablan, «una farola canta» en Inferno; «el blanco, al moverse, se animaliza. El negro se negrifica» percibe Adam, el personaje principal de El atestado de Le Clézio, el cual también escucha «el murmullo de una caída vecina de motas de polvo, en alguna parte debajo de un mueble.» Se creen víctimas viviendo un destino prefijado; carteles, señales, anuncios o sueños predicen su destino. Reciben malos o buenos augurios. A veces se sienten dirigidos por otra persona. El loco, al igual que el alcohólico, tiene momentos de una afinada cordura, pero también sufre embotamiento. Manía persecutoria, vértigo, mareos, angustia, insomnio, obsesiones, miedos, premoniciones, ansiedad, ira, tendencia a discutir, violencia y desinhibición (se impone el inconsciente, rompiéndose el encorsetamiento civilizatorio) suelen formar parte de su vida. El psiquiatra y ensayista Fernando Colina en su libro Sobre la locura nos explica:
«En su polo esquizofrénico, en cambio, es el temor al contacto con el otro, vivido como invasor y maléfico, lo que le arrastra a la soledad pasiva y al desinterés por el mundo. Pero también el esquizofrénico puede reaccionar en sentido contrario, cuando a veces se agita y se disocia en una vertiginosa movilidad que no encuentra motivación.»

P. ¿De dónde nace el personaje de Gonzalo? ¿Te inspiraste en alguien de la vida real?
El personaje de Gonzalo —quien para poder soportar la vida se refugia en la fantasía— nace de una mezcla de ficción, personas que conozco, y rasgos de personalidad de enfermos mentales, concretamente esquizofrénicos. Rasgos que pasaron por el tamiz de la ficción, centrándome en la relación de Gonzalo con su entorno, en su día a día, obviando el diagnóstico, tratamiento o conversaciones con psiquiatras. No quería una visión desde la institución sino desde el personaje.


P. ¿Y por qué el tema de la locura, la esquizofrenia? ¿Por qué se convierte en el centro de la novela?
No recuerdo dónde leí que los temas, las historias eligen al autor, y no al contrario. En la escritura el inconsciente juega un papel relevante, llevándonos por caminos que nunca pensaríamos que transitaríamos. A mí este tema siempre me había interesado, muchos de mis relatos —como «Tan frágil como una hormiga seca» y «Ser el otro»— comparten esta misma obsesión. 
Me preocupa esa línea tan fina que existe entre cordura y locura, lo fácil que es traspasarla y verse al otro lado. Me inquieta el sufrimiento de los enfermos mentales, el rechazo social, lo difícil que es la convivencia con ellos, el ostracismo al que la propia enfermedad y la sociedad los retrae, la frustración del que quiere ayudar y no sabe cómo… Quería ponerme en la piel de un esquizofrénico, hacerme las preguntas desde dentro del personaje, y contestarlas, o intentar hacerlo, dejando puertas abiertas para que el lector libremente las cruzase.


P.  ¿Qué papel tiene en la novela Ángela, esa mujer misteriosa? ¿Y el resto de los personajes?
Ángela desempeña en la novela el papel de salvadora, que sería uno de los vértices del Triángulo dramático de Karpman, discípulo de Eric Berne (creador del Análisis Transaccional), triángulo que representaría los juegos psicológicos. Los tres roles del Triángulo —Salvador, Perseguidor y Víctima— son un intento errado de conseguir afecto, y se ejercitan de manera inconsciente y repetitiva.      Ángela, como salvadora, necesita que la necesiten. Tiene miedo de hacer daño estableciendo sus limites, no se respeta. 
El resto de personajes abre un abanico que refuerza el tema central, la locura. Yolanda T. Villar en su reseña a mi novela explica: 
«Encontramos en la novela de Eva María Medina, unos personajes secundarios que se convierten en “alternativos” al protagonista, con el único fin de dar sentido a su “sinsentido”, una amalgama de estereotipos con pocas virtudes y bastantes defectos, un “elenco” a la medida del protagonista, secundarios que tan solo se salen junto a Gonzalo del guión para enfatizar esa “sinrazón” en la que están inmersos: Sara, la añorada. Ángela, su clavo ardiendo. Herminia, la pena. Gregorio, la ansiedad. Gerardo, su anhelo. Manuel, la envidia. Mimo, un sueño. Todos y cada uno de ellos, junto a Gonzalo, no son más que pequeños monstruos vistos a través de un espejo, ese espejo de Feria que tan solo muestra seres grotescos y deformes ante sus propios ojos, como la anoréxica que incapaz de ver la realidad a pesar de tenerla ante sus ojos, solo ve la imagen que refleja su mente trastornada.»

P. ¿Cuáles son tus planes de futuro como escritora? 
Nunca me imaginé que sería escritora, todavía no sé si realmente lo soy, porque considero que el oficio de escritor —como cualquier otro oficio— es algo muy serio que requiere mucho trabajo, mucha experiencia. El escritor se va curtiendo con cada escrito, con cada proyecto, y yo acabo de empezar. La lucha fue y será dura, porque esta es una carrera de fondo en la que, si quieres triunfar —y no me refiero al reconocimiento externo sino al interno—, tienes que dar lo mejor de ti mismo, relegar muchas cosas para dedicarte con intensidad a este oficio. 
A mí me gustaría seguir escribiendo, perfeccionarme, publicar lo que escribo y, algún día, llegar a tener una carrera literaria sólida. 

FUENTE:http://topcultural.es/2015/03/01/entrevista-a-eva-maria-medina-me-preocupa-esa-linea-tan-fina-que-existe-entre-cordura-y-locura-lo-facil-que-es-traspasarla-y-verse-al-otro-lado/