Su mecanismo se ríe de ti, de todos nosotros. Hay que terminar con ellos, nos están contaminando con sus minutos, nos adormecen con sus cuartos, las horas nos ahogan. Créeme, tú eres pequeño y sabes menos de la vida, yo ya he pasado por muchas dictaduras de esferas y manillas que ahora estarán oxidadas.
¡Relojes, harpías del tiempo! ¡Relojes, harpías del tiempo!

domingo, 23 de marzo de 2025

"JAULAS DE HORMIGÓN" DE MAYTE BLASCO

  


  Los personajes que construye Mayte Blasco en Jaulas de hormigón se protegen del peligro externo tras unas cortinas rancias, tras puertas desvencijadas; algunos, como Oriol, solo salen por la noche para entrar en antros mal iluminados donde se respira un ambiente caduco; otros, como Antonio, no tienen ninguna posibilidad de huida, salvo con su mente.

   En estos relatos, las casas esclavizan a los que las habitan. En «El hijo», la autora nos habla de una mujer desgastada por la rutina, la falta de cariño y la incomprensión de los que la rodean. Con esa lentitud enfermiza del que ya se sabe fuera del mundo, ella cocina, barre, lava, friega, aspira… Como si las paredes se fueran adhiriendo a su piel, la mujer —sin rostro ni cuerpo— se mimetiza con aquel espacio malsano y adquiere los rasgos de ese piso, cada vez más raquítico, más tedioso. Porque la casa, como un ente abstracto, la absorbe. La mujer ya casi no come, tampoco duerme, y mira por la ventana con desidia. Nada del exterior le importa, excepto su hijo adolescente. 

  Al personaje de la «Madre» también le ocurre algo parecido. La preocupación por su hijo pequeño adquiere las dimensiones de la casa y llega a paralizarla. Cuando se asoma al balcón, el exterior también le es hostil: risas estridentes, pájaros que chillan… 

  En este libro, las antigüedades pueden desestabilizar un hogar, la mentira esconderse «En la habitación», y la demencia alojarse en «Un inmenso cubo negro» y devorar a una anciana, anciana que vive con Rodolfo, un papagayo muerto con quien conversa. Su piso —saturado de mugre y polvo, repleto de miniaturas, de cajas vacías con las que tropieza, de tiestos con tierra seca, de rollos de celofán ya gastados…— es para ella un inmenso espacio por el que transita, sin saber muy bien hacia dónde ni por qué. Mientras la viejita va metiendo objetos inservibles en una bolsa de plástico rota, el televisor encendido sacude su memoria, algo agujereada. Luisito, su hijo, vendrá a verla mañana; debe limpiar aquel desbarajuste.

  A otra anciana, el estado de alarma por la epidemia de COVID-19 la obliga a quedarse en casa, mientras contempla desde la mirilla cómo la muerte va haciendo estragos. También hay una ninfa enjaulada que, durante la pandemia, no puede prescindir del sexo, lo necesita para dejarse arrastrar a «un lodazal oscuro y viscoso». 

  Este magnífico libro se cierra con «La trinchera», un relato magistral en el que la paranoia de una mujer contagia, de tal forma, al lector, que este no puede evitar seguirla por toda la casa, hasta llegar a atrincherarse con ella tras sus muebles. 

  

  Mayte Blasco (Madrid, 1979) es funcionaria del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos y actualmente trabaja en la Biblioteca Nacional de España. En su faceta literaria, ha obtenido diversos premios y reconocimientos en certámenes de relato. Es autora de las novelas La extrañeza de la lluvia (maLuma, 2021) y Las vidas que pudimos vivir (2015). También ha publicado el libro de relatos Jaulas de hormigón (Niña Loba, 2021), que resultó finalista en 2022 del Premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en España. Recientemente ha publicado un segundo volumen de cuentos, La mejor familia del mundo publicado de nuevo en el sello Niña Loba. 

  

   Pueden adquirir el libro en la web de la editorial Niña Loba: 

  https://www.ninalobaeditorial.es/producto/jaulas-de-hormigon/ 

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