Su mecanismo se ríe de ti, de todos nosotros. Hay que terminar con ellos, nos están contaminando con sus minutos, nos adormecen con sus cuartos, las horas nos ahogan. Créeme, tú eres pequeño y sabes menos de la vida, yo ya he pasado por muchas dictaduras de esferas y manillas que ahora estarán oxidadas.
¡Relojes, harpías del tiempo! ¡Relojes, harpías del tiempo!

viernes, 27 de febrero de 2015

RESEÑA DE "RELOJES MUERTOS" EN EL BÚHO ENTRE LIBROS

Esperando que sea la hora frente a un reloj parado




FICHA TÉCNICA

Título: Relojes muertos
Autor: Eva María Medina
Editorial Playa de Akaba
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 165
PVP: 15,00€






EVA MARÍA MEDINA

Eva María Medina (Madrid, 1971) es licenciada en Filología Inglesa por la Universidad Complutense de Madrid. Autora del libro de relatos Sombras (Editorial Groenlandia 2013), y coautora de Relatos en Libertad(editado por Anuesca, 2014) y de Letras Adolescentes(Colección Especiales, Editorial Letralia, 2012).
Ha obtenido diversos premios literarios por sus cuentos, que han sido publicados en distintas revistas literarias españolas y latinoamericanas, y en diversas antologías. La revista La Ira de Morfeo editó un número especial con algunos de sus relatos.
Relojes muertos es su primera novela. En la actualidad está ultimando la escritura de su segunda novela, Asesinos de palomas.






ARGUMENTO

Esta es la historia de un hombre que es ingresado en un hospital psiquiátrico y del que sale unos meses después tras haber trabado amistad con Gregorio, uno de los internos, Herminia, la abuela que va a visitar a pacientes a los que adopta como sus hijos o Elena, amiga de la novia de Gregorio que acaba convertida en su compañera.
Una historia en la que podemos asistir al complicado proceso mental de un hombre que va perdiendo contacto con la realidad.




RELOJES MUERTOS

Me llegó la propuesta de la autora para leer y reseñar esta novela, que venía con la garantía del ser editada por Playa de Akaba, el sello editorial de Lorenzo Silva, toda una garantía para mi.
Hay libros cuya finalidad es ayudarnos a huir de la realidad cotidiana, de hacernos vivir otras vidas y aventuras que nos permitan hacer más llevadero nuestro día a día. En cambio otros suponen, lejos de una divertida evasión, una inmersión en la cruda realidad. Ese es el caso de Relojes muertos, que nos sumerge en la mente de un hombre que precisamente está perdiendo ese contacto con la realidad. Un hombre que ingresó en un psiquiátrico y a la salida del mismo no es capaz de recordar que fue de su desaparecida amiga Sara, cuando el ingresó con las manos manchadas de sangre.

En ningún momento se nos dice el motivo del ingreso en el hospital ni cuál es el mal que aqueja a nuestro protagonista. No es necesario, porque el libro prácticamente arranca con estas palabras que ya nos ponen de manifiesto el claro desequilibrio que padece:
En el baño me fijé en mis ojos. El negro de pupilas ensanchándose. Surgieron más: grandes, pequeños, miopes, alargados. Estos ojos me observaban. ¿Dónde está la verdad?, ¿soy yo verdad? Intenté no pensar en ello, pero esas figuras parecían escrutarme. ¿Vemos realmente la imagen de lo que somos? Espejos cóncavos, convexos. Engaños de la mente, espejos que distorsionan las formas. (Página 15)

Tampoco se nos cuenta por qué recibe el alta, porque según vamos leyendo la novela está claro que no sólo no está curado, sino que poco a poco su estado va empeorando,que sus pensamientos pasan de la lucidez extrema al mayor de los oscurantismos. Pensamientos cada vez más opresivos.
Todo ello narrado con un lenguaje cargado de adjetivos. Ese lenguaje que se aplica en terapias en las que se insta a los pacientes a que describan del modo más rico posible, con el mayor número de comparaciones su estado de ánimo, los sentimientos que en cada momento tienen:
Después me vino el aturdimiento, seguido de pensamientos fúnebres. Todo lo veía gris, frío, distante.(Página 101)

El lenguaje. ¡Qué importante es en esta novela! No se trata ya solo de los pensamientos del protagonista, sino de las descripciones que en general se hace, cargado de comparaciones muy peculiares que colaboran a crear el peculiar clima de esta novela:
El ascensor descendió como si un ataúd bajara a su incineración. (Página 118)

O esta otra en la que no puedo evitar pensar que la autora está pensando en Madrid:
Miré por la ventana. Oscuridad sucia, de ciudad. (Página 49).

Inserta en la propia narración, aparecen algunos fragmentos de aquello que el protagonista en un momento dado comienza a escribir: un cuento que le inspira su vecino, al que espía contemplando un reloj parado y que le inspira historias a cuál más inquietante:
Un hombre está leyendo. Le molesta el ruido que hace el reloj de la pared. Se le hace insoportable. Ese tic tac repetitivo, monótono. Cuando no aguanta más lo tira al suelo, destrozándolo. Vuelve a leer. No puede concentrarse. Echa de menos ese ruido que antes le desesperaba. Levanta el reloj y coge los trozos, poniéndolos en su sitio, Las manillas marcan la hora a la que se detuvo. Once menos cuarto. Se sienta frente a él y espera que sea la hora. (Página 63)




IMPRESION PERSONAL

Relojes muertos me ha dejado impresionado. Por la historia que nos narra, por el lenguaje que emplea, por el modo en que se nos describe. ¿Es posible introducirse en el cerebro de un loco? Y utilizo la palabra loco a sabiendas de que no es la correcta. La locura, la esquizofrenia (aunque en ningún momento se usa este término es sin duda una parte del problema que tiene nuestro personaje) no es otra cosa que un complejo trastorno en gran parte provocado por una deficiencia (por defecto o por exceso) en los neurotransmisores, que desemboca en un comportamiento anómalo, con alucinaciones visuales y/o auditivas como las que sufre el protagonista de Relojes muertos.
Eva María Medina, al narrar en primera persona, consigue que nos sintamos en el cerebro enfermo de este hombre, que sintamos su angustia, su sufrimiento, su lucidez (la locura no es sinónimo de estupidez), sus afanes, sus miedos...

Leyendo Relojes muertos, me queda muy claro por qué Eva María Medina ha ganado premios por su cuentos, porque dentro de la novela como decía hay atisbos de relatos apenas esbozados que nos demuestran hasta que punto domina ese género la autora, aunque en esta ocasión se haya decantado por una novela.
Una novela que es corta, poco más de ciento sesenta páginas. Suficientes. Muchas más probablemente hubieran sido difíciles de digerir para el lector. Porque Relojes muertos no es una novela apta para cualquier paladar. Y no lo es por tener escenas de sexo o violencia, sino porque enfrenta al lector con sus propios demonios interiores, porque nos muestra que la línea divisoria entre locura y lucide puede ser un mero convencionalismo, porque la visión del sufrimiento de una mente enferma es en muchos momentos asfixiante. 
Pero al mismo tiempo, ese es un motivo por el que deben acercarse a Relojes muertos los amantes de la buena literatura, aquellos que quieran encontrar un texto diferente, con la mejor descripción de la locura que haya podido leer: precisa, concisa, rica en adjetivos y en imágenes comparativas. 



Gracias a Eva María Medina por facilitarme un ejemplar de Relojes muertos para su lectura y reseña.




VALORACIÓN: 9/10

Puedes comprar el libro en: http://www.casadellibro.com/libro-relojes-muertos/9788416216253/2459237

jueves, 26 de febrero de 2015

RESEÑA DE "RELOJES MUERTOS" EN ESCRITORAS.COM



Una novela ágil que te sumerge en la atmósfera desdibujada del protagonista; un relato que transcurre siguiendo el fino camino que separa la cordura de la locura.
  


Puedes leer la reseña en el enlace que sigue.
     http://escritoras.com/resenas/resena-de-relojes-muertos-de-eva-maria-medina/

miércoles, 25 de febrero de 2015

ENTREVISTA EN EL GATO TROTERO

ENTREVISTA CON... Eva María Medina







¿Te acuerdas de la vida, la otra vida
de pasos espantados, de los huesos
de aquel ciprés creciendo con nosotros?
¡Cuán niños en la niebla de otros reinos!
Volver a aquella edad, reír a costa
de nuestro susto en tantos cementerios.
Hallar morada en boca de aquel lobo,
que aquella nana de imposibles cuentos,
para dormir, a veces, nos contaba.
Las flores de los vivos y los muertos
en mis costillas crecen. Al rugir
el árbol del adiós, con sus pañuelos,
el último paseo me propongo.
Yo sudo. Llena estoy de rojo duelo.
La luz del pueblo apaga los crepúsculos
y por sus puertas entra el universo.

(La Otra Vida, de Delfina Acosta)



GATO TROTERO;  Bienvenida al Gato Trotero Eva María, ya tenía ganas de sentarme tranquilamente a hablar con usted, y es que desde que he leído su novela me apetecía mucho un rato a solas las dos, tengo mil preguntas rondando por mi cabeza; pero antes quiero darle la enhorabuena por esta su Ópera Prima, es realmente impresionante. Con impresionante me refiero a muchas cosas, pero si le parece para comenzar por el principio debo preguntarle por el tema de la misma. La Esquizofrenia. No es un tema habitual, y pocas veces es llevado con maestría pues son muchos los estereotipos en los que se cae al tratar esta enfermedad, y los personajes de muchas novelas acaban convertidos en bufones. Y no es justo, sobre todo para aquellos que padecen este trastorno. ¿Por qué este tema para su primera novela, no le pareció en algún momento que era demasiado arriesgado darse a conocer tratando este asunto? 

EVA MEDINA:Es un placer contestar a tus preguntas, Yolanda, agradezco el entusiasmo con el que has leído mi libro. ¿Por qué la locura como tema para mi primera novela? No recuerdo dónde leí que los temas, las historias eligen al autor, y no al contrario. En la escritura el inconsciente juega un papel relevante, llevándonos por caminos que nunca pensaríamos que transitaríamos. A mí este tema siempre me había interesado, muchos de mis relatos —como «Tan frágil como una hormiga seca» y «Ser el otro»— comparten esta misma obsesión. A medida que fui adentrándome en el proyecto, advertí que a la dificultad de aprender a escribir una novela se añadía la complejidad de narrar desde una mente perturbada en primera persona e intentar hacerlo verosímil. Sí, me di cuenta de la «locura» que estaba haciendo, pero mi carácter obsesivo y luchador no me permitió desistir.  


 Permítame que siga con las acepciones de la palabra Impresionante cuando hablo de su novela. Impresiona y mucho una Licenciada en Filología Inglesa, que demuestra tener unos conocimientos tan exhaustivos sobre la Esquizofrenia ¿Años de estudio, curiosidad, tal vez una profesión frustrada? Espero que no, o al menos la pueda compaginar con la escritura, pues ahora que la hemos descubierto no la vamos a dejar marchar así como así, pero ¿Qué la llevó a dar el salto y estrenarse como novelista tratando un tema tan peliagudo y complicado? 

      Quizá las tres cosas, curiosidad, años de estudio, y tal vez, una profesión frustrada, quién sabe. El salto me lo llevó a dar mi propio interés por el tema. La locura siempre me ha interesado, preocupándome esa línea tan fina que existe entre cordura y locura, lo fácil que es traspasarla y verse al otro lado. Me inquieta el sufrimiento de los enfermos mentales, el rechazo social, lo difícil que es la convivencia con ellos, el ostracismo al que la propia enfermedad y la sociedad los retrae, la frustración del que quiere ayudar y no sabe cómo… Quería ponerme en la piel de un esquizofrénico, hacerme las preguntas desde dentro del personaje, y contestarlas, o intentar hacerlo, dejando puertas abiertas para que el lector libremente las cruzase. 


 E impresionante es la manera en la que ha tratado el tema, sobre todo al hacerlo palpable en la figura del protagonista de Relojes Muertos, Gonzalo Márquez; primero por elegir a un hombre como personaje principal, el lector casi siempre tiene la idea de que una escritora se mueve mejor entre personajes femeninos y un escritor entre masculinos, por regla general. Pero luego hay casos como este suyo, una mujer con un dominio absoluto del personaje masculino que lleva el peso de la novela ¿Fue casual, surgió sin más o la elección de Gonzalo como protagonista fue premeditada? ¿Qué fue antes, el personaje o la idea de la novela? Un autor me comentó hace poco que no puede escribir una historia si no tiene claro quién la va a protagonizar ¿Es su caso o por el contrario la historia es la que hace al personaje? 

     No creo que haya nada casual en la escritura, elegí a un hombre como personaje principal porque me interesa investigar aquello que no soy. La escritura tiene mucho que ver con la interpretación, un oficio que siempre he admirado. Quizá esta profesión frustrada me llevó a la escritura como vehículo para meterme en la piel de distintos personajes. En Un cuarto propio Virginia Woolf considera que para que el arte de la creación pueda plasmarse con plenitud, la mente del escritor debe ser andrógina, y no puedo estar más de acuerdo con ella cuando escribe:  
«Quizá Coleridge se refería a esto cuando dijo que las grandes mentes son andróginas. Cuando se efectúa esta fusión es cuando la mente queda fertilizada por completo y utiliza todas sus facultades. Quizás una mente puramente masculina no pueda crear, pensé, ni tampoco una mente puramente femenina. Pero convenía averiguar qué entendía uno por “hombre con algo de mujer” y por “mujer con algo de hombre” hojeando un par de libros. (...) Coleridge quiso decir quizá que la mente andrógina es sonora y porosa; que transmite la emoción sin obstáculos; que es creadora por naturaleza, incandescente e indivisa».  
Respecto a tu última pregunta, ¿es la historia la que hace al personaje, o el personaje a la historia?, considero que son los personajes los que hacen la historia, los que dirigen la trama creando una atmósfera concreta, y el lector, cuando se identifica con ellos, vive esa ficción que el escritor ha creado.  


  Su novela no deja indiferente al lector. Imposible. Como lectora he pasado por diferentes estados al leerla, y eso me parece un punto a su favor, pues una historia plana que no es capaz de despertar en quien la lee ningún o casi ningún estado emocional, está avocada a un estrepitoso fracaso, que en el caso de una novela es cerrarla y dejarla sin acabar. Con Relojes muertos eso es impensable, le cuento lo que me ha pasado con ella. Empecé algo escéptica, no sabía muy bien a qué atenerme tras leer el maravilloso prólogo de Juan Manuel de Prada. Y entonces no puedo dejar de preguntarle a usted Eva María ¿Fue usted la primera sorprendida por la visión del gran Prada de su novela, lo esperaba tal vez?

      Cuando Noemí Trujillo, editora de Playa de Ákaba, me comunicó que me publicarían la novela, le pedí a Juan Manuel de Prada —quien ya la había leído y le había gustado mucho, comentándome que la inmersión que hacía en los laberintos de la locura era en verdad prodigiosa, y que había creado un personaje memorable de verdad— que me
escribiese el prólogo. No solo aceptó sino que además me escribió un magnífico prólogo (poético, profundo, inteligente) mostrando gran entusiasmo y cariño, haciendo una disección de los personajes más relevantes, de la atmósfera de la novela y su significado ulterior.  
La verdad es que me sorprendió mucho —si me lo hubieran contado años atrás no lo hubiese creído— que un gran escritor como Juan Manuel de Prada escribiese ese prólogo tan generoso a mi primera novela. Me siento muy afortunada. 


 Tras el escepticismo llegó la curiosidad pura y dura. Los primeros capítulos eran un cúmulo de preguntas, de dudas, de confusión incluso ¿En qué plano me estoy moviendo, quiero decir, se mueve Gonzalo? Y creo que ese fue el detonante para ya no poder dejar de leer. La empatía con el personaje, sentir lo que sentía, comprenderle cada vez mejor, o al menos intentarlo, querer ponerse en su pellejo…Esto es maestría en la escritura, conseguir que el lector se vea atrapado por la historia y forme parte de ella ¿Cómo se consigue, Eva María, meterse en la piel de un personaje tan complejo y lograr que parezca una persona normal y corriente? ¿El lenguaje, la sencillez y normalidad con la que se trata el tema, el dejarse llevar? ¿Cómo logró esa simbiosis? 

     Cuando le preguntaron a William Faulkner cómo se llegaba a ser un buen novelista afirmó: «99% de talento, 99% disciplina, 99% trabajo. Nunca debe estar satisfecho con lo que hace. No preocuparse en ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Debe tratar de ser mejor que usted mismo». Yo no podría expresarlo mejor.  


 Y llegamos al Vértigo total. Una auténtica locura. Dejar de leer imposible, sentirse incluso mareada con la sucesión vertiginosa de los hechos, no querer saber el final aún pero necesitara saber como acaba todo ¿El volvernos a todos un poco locos formaba parte de la historia, o acaso se trataba de una estrategia de marketing? (risas) Que bien llevada en todo momento la historia Eva María, de principio a fin, que bien llevada. 

     El escritor tiene que intentar que el lector recorra la novela identificándose con los personajes. En Relojes muertos el narrador es Gonzalo, un esquizofrénico que nos cuenta su historia en primera persona, por lo que ese vértigo es inevitable.  

En un mundo como este en el que nos ha tocado vivir ¿Hemos de estar un poco locos para poder sobrellevar los envites de esta azarosa vida nuestra? ¿Somos capaces, en pleno siglo XXI de dejar de lado los prejuicios sobre los trastornos emocionales, psicológicos, o siguen dándonos tanto miedo como hace siglos?

     Quizá la línea que separa cordura y locura no esté tan bien delimitada, y haya ciertas filtraciones. Aunque considero que la sociedad es consciente de su realidad, veo difícil que se resuelvan las situaciones marginales y de exclusión social, ya que parten del propio individuo; muchas veces por egoísmo, y otras por miedo a lo que desconocemos, por no saber cómo ayudar.  
El psiquiatra y ensayista Fernando Colina nos explica en su libro Sobre la locura:
«La locura amedrenta, provoca temor. Esto es un hecho incuestionable. Probablemente suceda porque encarna lo otro, lo diferente. También porque los psicóticos representan lo imprevisible y desconocido. Nos acercamos a hablarles sin saber bien cómo son por dentro ni qué lógica gobierna su comportamiento o guía sus decisiones. (…) Los locos se convierten fácilmente en un peligro porque nos confrontan con las raíces de nuestra debilidad. Nos recuerdan el desamparo que acompaña a la infancia, el desvalimiento absoluto en que nacemos y el peligro que encarna el otro en todas las circunstancias. La asunción de la soledad y del enemigo se hace más viva que nunca cuando escuchamos a un psicótico.» 


 Relojes muertos. Un tiempo parado que no puede conducir a futuro alguno…¿Qué nos asusta más, en su caso Eva María, que da más vértigo, el pasado o el futuro? ¿Dónde queda el presente entonces? 

     A mí me asusta más el porvenir, porque el pasado —si no ha sido tan desgarrador que te deje anclado en ese tiempo— puedes, en la medida de lo posible, lidiar con él. El futuro genera mucha ansiedad, lo mejor es vivir el presente, porque además es lo único que tenemos, pero cuesta tanto y es tan efímero…

 Antes de sorprendernos con esta novela, ya lo hizo anteriormente con varios libros de relatos, ya siendo autora única o coautora ¿Es una escuela en si para una novelista, el forjarse anteriormente en cuentos?  

     Yo creo que depende de cada autor, hay escritores que solo escriben relatos, otros empiezan escribiendo cuentos y luego novelas. Quizá sea más fácil comenzar a escribir relatos por ser un género más breve, e ir adquiriendo un dominio mayor del material narrativo (el ritmo, la construcción de escenas, caracterización de personajes, la atmósfera, el tono…), pero sin olvidar las diferencias entre estos dos géneros literarios. Mientras que el cuento actúa por condensación, la novela procede por acumulación. El rasgo principal del relato es la intensidad. La novela acepta digresiones y estas pueden ser su sustancia. Una novela admite la creación de atmósferas muy diversas, no así el cuento que debe tener su propia atmósfera.  


 También ha obtenido diferentes premios literarios. Hay quien piensa que hoy en día estos ya no son lo que eran, quien dice incluso que sirven de poco o muy poco —yo particularmente creo y confío en ellos, pese a quien pese— que hay mucha paja entre el grano o sencillamente, que se los reparten entre unos cuantos. ¿Qué opinión tiene usted al respecto? ¿Cambiaría algo, de poder hacerlo? 

     No confío mucho en los premios literarios, en la mayoría de los casos estos están pactados de antemano, con muy pocas excepciones. Y si hablamos de los premios más prestigiosos, las posibilidades de ganarlos son mínimas. Claro que cambiaría esto, si pudiera, pero soy bastante escéptica al respecto. 

 Cuando imaginaba con ser escritora, si es que lo imaginó alguna vez, ¿esperaba que sería así? ¿La lucha ha sido demasiado dura hasta conseguirlo? ¿Qué es lo que más le ha gustado de llegar hasta aquí y qué no le ha gustado tanto? 

      Nunca me imaginé que sería escritora, todavía no sé si realmente lo soy, porque considero que el oficio de escritor —como cualquier otro oficio— es algo muy serio que requiere mucho trabajo, mucha experiencia. El escritor se va curtiendo con cada escrito, con cada proyecto, y yo acabo de empezar. La lucha fue y será dura, porque esta es una carrera de fondo en la que, si quieres triunfar —y no me refiero al reconocimiento externo sino al interno—, tienes que dar lo mejor de ti mismo, relegar muchas cosas para dedicarte con intensidad a este oficio.  
Lo que más me ha gustado es el descubrimiento que haces cuando escribes —tus miedos, tus anhelos más íntimos, esa imaginación que pensabas que no tenías, la creatividad…—, el enriquecimiento que este oficio te da, y esa apertura de parcelas de tu yo que, si no escribieras, estarían cerradas.  
Lo que menos me gusta es todo aquello que te aleja del acto de escribir.  

 Ya solo me queda decirle que ha sido un placer inmenso descubrirla, conocerla y disfrutarla. Sé que ya está su segunda novela casi ultimada, Asesinos de Palomas, sin desvelar nada ni tentar a la suerte, que no está el mercado literario como para jugársela ¿Qué nos puede contar al respecto?  

     Que disfruté muchísimo al escribirla, es una novela corta donde la trama fluía a medida que la iba escribiendo, y espero que, cuando se publique, los lectores también disfruten con ella.  



Que los éxitos le sigan acompañando Eva María, y que nosotros lo veamos y leamos. Y quien sabe, tal vez una próxima novela vaya sobre una escritora pelirroja, algo inestable emocionalmente y que tiene en su gato su alter ego…¿Se imagina la trama? (risas) 

Gracias, muchas gracias y hasta pronto. 











Una entrevista de Yolanda T. Villar

miércoles, 18 de febrero de 2015

RESEÑA DE "RELOJES MUERTOS" EN EL GATO TROTERO

RELOJES MUERTOS de Eva María Medina





“En el oscuro jardín del manicomio
los locos maldicen a los hombres
las ratas afloran a la Cloaca Superior
buscando el beso de los Dementes.

Un loco tocado de la maldición del cielo
canta humillado en una esquina
sus canciones hablan de ángeles y cosas
que cuestan la vida al ojo humano
la vida se pudre a sus pies como una rosa
y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
una Princesa.

Los ángeles cabalgan a lomos de una tortuga
y el destino de los hombres es arrojar piedras a la rosa.
Mañana morirá otro loco:
de la sangre de sus ojos nadie sino la tumba
sabrá mañana nada.

El loquero sabe el sabor de mi orina
y yo el gusto de sus manos surcando mis mejillas
ello prueba que el destino de las ratas
es semejante al destino de los hombres”

(José María Panero. Poemas desde el manicomio de Mondragón)




RELOJES MUERTOS

Son muchas las ideas e imágenes, que la novela de Eva María Medina ha traído a mi mente desde el primer momento que comencé a leerla; yo diría incluso que las imágenes han superado con creces a las ideas, a los pensamientos, a las conjeturas.Relojes muertos es una historia visual, las palabras se tornan fotogramas para desfilar ante nosotros como el metraje de una película antigua, en blanco y negro, fotografías que se mueven por toda la gama de grises y blancos, algo desenfocadas o incluso envejecidas por el paso del tiempo y el desgaste que da la acumulación de visionados de la película. Un desenfoque  premeditado y meditado, como un retablo cincelado a mano y cuyo fin es el de hacer de cada muesca en la  madera, un surco que junto al de al lado, forme  una imagen en relieve  palpable bajo los dedos que la acaricia; y eso es lo que Eva María Medina, con su premeditada alevosía, hace con su novela y nosotros: a ella la cincela para que nuestros ojos la palpen, y la sintamos en cada poro de nuestra piel.

No es fácil enfrentarse a esta novela. Afino un poco más si digo que no es fácil enfrentarse a su protagonista, Gonzalo Márquez, y no lo es como tampoco lo es nunca enfrentarse a los miedos propios y al temor de vernos desnudos frente al mundo y frente a nosotros mismos.    Me dan miedo los locos decimos muchas veces nunca sabes por dónde van a salir ni cómo van a reaccionar, y ese es un temor que todos guardamos dentro nuestro. El miedo a la Locura.  Decimos asustarnos por la enajenación ajena, pero lo que en realidad nos asusta y mucho, es vernos reflejados en esas reacciones desaforadas y fuera de Sí de los locos. Si todo no es como se supone que debería ser, como los demás esperan que sea, incluso como nosotros queremos que sea, es una locura, y como tal, debe cortarse de raíz antes de que nos haga daño o dañemos a los demás, ¿pero qué es lo que realmente daña, esas supuestas acciones “antisociales” o el negarnos a nosotros mismos la opción de dejarlas salir y observarlas sin más, sin juzgar ni juzgarnos? Difícil juicio e injusto, al que nos sometemos y sometemos a aquellos que caminando a nuestro lado, lo hacen en paralelo, sin encontrar un punto de convergencia entre ambos caminos, y de haberlo, nos asusta tanto ese encuentro como un choque frontal entre dos trenes. 

Relojes muertos es una novela sin género definido, porque de hacerlo, o al menos intentarlo, caeríamos en el error de querer  poner puertas al campo; catalogarla es como poner una sola etiqueta a todo un compendio de sentimientos, acciones y reacciones, miedos y angustias, deseos y anhelos, virtudes y pecados, todos tan distintos entre ellos que por separado forman un todo per se  y unidos, dan lugar a cientos de combinaciones, tantas como personas hay en el mundo…como personalidades encierra una sola persona.  A mí, particularmente, me gusta hablar de ella como una Novela Psicológicamente Intensa, porque encierra todo lo anterior y deja la puerta abierta a todo aquello que emocionalmente, está por llegar y a lo que tarde o temprano, tendremos que enfrentarnos.

Gonzalo Márquez, recién salido de un hospital psiquiátrico, se ve de nuevo solo ante el mundo real, una “realidad” que se le muestra desconocida y que le mira con ojos de desconfianza mientras le muestra sus afilados colmillos; como recién nacido, Gonzalo, ha sido parido y echado desnudo ante el mundo, un mundo que le resulta abstracto, descolorido, incongruente, incluso cruel pues le incita a jugar sin enseñarle primero las reglas del juego. Inmerso en una espiral de locura, en la que solo se atisba ya al final una breve cordura, tan efímera  como un suspiro, un parpadeo, una estrella fugaz de la que solo nos da tiempo a ver  su estela impresa en el cielo, un despertar  tan breve, que cabe preguntarse si en realidad fue un destello de cordura o un ensayo de Iluminaria en la pesadilla de su vida. El protagonista se mueve a lo largo de toda la novela entre delirios, recuerdos, angustia, miedos, anhelos y deseo de conseguir una normalidad que ve en los demás y que ansía para él, pero que a pesar de sus intentos, tan solo consigue rozar, sin atraparla; se encuentra en un Universo paralelo del cual no puede salir, pero desde el que se ve ese otro Universo, el de la normalidad, la felicidad…tan solo tiene que saltar de uno a otro y sus deseos se harán realidad. Imposible, Gonzalo, atrapado en su mundo de delirios y confusión, ni tan siquiera lograr tomar impulso para dar el salto, y queda atrapado sin remisión entre ambos, en una Tierra de Nadie que cada vez acrecenta más su esquizofrenia y desestabiliza “el falso equilibrio” de su mundo irreal, en el cual ni siquiera está ya seguro.
Encontramos en la novela de Eva María Medina,  unos personajes secundarios que se convierten en “alternativos” al protagonista, con el único fin de dar sentido a su “sinsentido”, una amalgama de estereotipos con pocas virtudes y bastantes defectos, un “elenco” a la medida del  protagonista,  secundarios que tan solo se salen junto a Gonzalo del guión para enfatizar esa “sinrazón” en la que están inmersos: Sara, la añorada. Ángela, su clavo ardiendo. Herminia, la pena. Gregorio, la ansiedad. Gerardo, su anhelo. Manuel, la envidia. Mimo, un sueño. Todos y cada uno de ellos, junto a Gonzalo, no son más que pequeños monstruos vistos a través de un espejo, ese espejo de Feria que tan solo muestra seres grotescos y deformes ante sus propios ojos, como la anoréxica que incapaz de ver la realidad a pesar de tenerla ante sus ojos, solo ve la imagen que refleja su mente trastornada.

Una novela tan intensa en su lectura como intenso es el sabor que deja en tu paladar la propia historia del protagonista, al cual llegas a sentir muy cerca, a veces por su propia angustia y otras, por ser testigo en primera línea de una caída anunciada, pero ¿La suya, o la nuestra? 
Ya he dicho al inicio que la novela ha despertado imágenes en mi mente desde el primer momento, una de ellas, la de ese “Bufalo Bill” del Silencio de los Corderos, ese individuo que incapaz de vivir en su piel, viste con la piel de víctimas indefensas, personas ajenas que colman sus insatisfacciones aunque solo sea un espejismo; y salvando las distancias que hay muchas, Gonzalo harto de su propia piel, desearía mudarla como lo hace una serpiente. Y no he dejado todavía de pensar en lo que Relojes muertos ha movida en mi tras su lectura, y pienso en los poemas de José María Panero,  casi todos escritos bajo la sombra de su esquizofrenia, y en las notas del músico de Jazz  Tom Harrell, un esquizofrénico paranoide que sin embargo es capaz de hacernos estremecer ante la genialidad de su música y su trompeta…
¿Qué es pues la locura? ¿Qué significa vivir al otro lado? ¿Quién vive entonces a un lado y a otro de todo espejo?

Relojes muertos de Eva María Medina, cuando la imagen que vemos en el espejo, más que una distorsión de nosotros mismos, puede llegar a ser un destello de cordura que los llamados locos, se niegan a aceptar, y un paso a la locura que los cuerdos, temen ver en su reflejo.


Una locura de Novela, bendita locura. 




(Tom Harrell, Roman Nights)




Eva María Medina

Relojes muertos



Editorial Playa de Ákaba



ISBN: 978-84-16216-25-3
ISBN Epub: 978-84-16216-26-0


Puedes adquirirlo, aquí


lunes, 16 de febrero de 2015

RESEÑA DE "RELOJES MUERTOS" EN LA REVISTA DIGITAL YAMELOSÉ!.COM

Reseñas: "Relojes muertos", de Eva María Medina por Mapi Pamplona"La persistencia de la memoria", también conocido como "Los relojes blandos", de Salvador Dalí (1931)

"La persistencia de la memoria", también conocido como "Los relojes blandos", de Salvador Dalí (1931)
“Relojes muertos” es el debut literario de Eva María Medina. Se trata de un libro que a modo de thriller psicológico nos transporta a las profundidades y a los deseos más tórridos del ser humano: inestabilidad, confusión, locura y delirio. Una novela que, sin demasiadas pretensiones, engancha al lector desde la primera hasta la última página, algo que ya de por merece un reconocimiento por parte del lector.
No soy una gran amiga de los prólogos. No les presto demasiada atención salvo en las obras clásicas, donde introducen notas curiosas y complementarias a la lectura. Pero en libros más recientes me resultan “pomposos” y demasiado acotados por intereses editoriales. En este caso concreto lo que me llevó a leer el prólogo de “Relojes muertos” fue que tenía la firma de Juan Manuel de Prada, y el hecho de que un escritor más que consolidado avale así una obra novel (Eva María Medina ha publicado o colaborado en algunos libros de relatos pero ésta es su primera novela) activó mi vena curiosa. Y puede que, en líneas generales, mi forma de ver o entender el mundo no tenga mucho que ver con la de este famoso escritor y articulista pero con su permiso y también con el de la autora me gustaría suscribir estas palabras del prólogo porque es una opinión que comparto. Cito literalmente:
“Eva María Medina construye esta prodigiosa novela con una prosa escueta, concisa, sin alharacas ni elucubraciones que huye de la escritura previsible y de las falsas erudiciones, pero que es hasta tal punto eficaz que nos mantiene en vilo durante la lectura de esta novela corta pero no menos apasionante, que demuestra a las claras la enorme capacidad de la escritora para sumergirnos en los lóbregos pasadizos de la esquizofrenia y para crear en sólo ciento cincuenta páginas la historia entrecruzada de unos personajes de inabarcable y tumultuosa complejidad”.

La historia (sin spoilers)

El tiempo puede ser el protagonista principal de esta historia pero no es el único: el olvido y todo lo que éste trae consigo (confusión, miedo, insatisfacción, frustración) aparecen como estrellas invitadas de la trama. ¿O qué tipo de sensaciones puede experimentar alguien que vuelve a la vida y tiene que empezar desde cero sin saber cómo y qué situaciones y experiencias le han llevado hasta ese punto? Está claro que la investigación sería la salida más apropiada para reconstruir nuestra propia biografía en este caso pero, ¿y si al hacer no obtienes los resultados que esperas o, mejor dicho, no obtienes ningún tipo de resultado? ¿qué haces cuando las respuestas en lugar de ayudarte a construir el puzzle se convierten en otras piezas todavía más difíciles de encajar? Imaginamos en esta tesitura a Gonzalo, el protagonista de “Relojes muertos”, abandonando una institución mental en la que ha estado interno durante un tiempo que ni siquiera él mismo acierta a concretar. Al salir se enfrenta a un mundo en el que se encuentra totalmente indefenso: sus compañeros de trabajo, sus vecinos, sus amigos, todos parecen conocer una parte de él que su cerebro se resiste a recuperar. En este ambiente inicia una nueva vida junto a nueva mujer. Se instalan en su antigua casa y todo va bien hasta que los recuerdos, en forma de “náusea”, vuelven de forma velada, incontrolada e intermitente. Con ellos vuelven las obsesiones que a buen seguro fueron el detonante de su crisis. Para el protagonista la estancia en el hospital es la barrera a derribar. Antes de ella hay sólo retazos de una historia y, después, un mundo que no es el suyo y en el que debe desenvolverse. Los personajes corales que le acompañan tampoco ayudan demasiado. Si lo pensamos fríamente, se trata de algo crudo y cruel.
Portada Relojes muertos 2
Me gustaría destacar las referencias musicales y sobre todo literarias que hay en este libro porque hacen la lectura mucho más cómoda (la escritora es filóloga y eso se nota). Sobra decir que en una novela de estas características el orden es lo de menos y eso no es ni negativo ni contraproducente. Al contrario: te permite disfrutar de cada párrafo y de cada página de forma independiente apreciando la riqueza del lenguaje y de las estructuras y ayudando a dibujar el complejo retrato de sus protagonistas. Para concluir, y en este mismo sentido, tengo que decir que “Relojes muertos” está en la línea de otra novela que leí hace unos meses (“Horror vacui”, de Paula Lapido) y mi conclusión es exactamente la misma. En la lectura, como en otras facetas de la vida, hay que dejarse llevar y disfrutar de ella como lo que es, un elemento de ocio que nos enriquece a distintos niveles. No sé si esta similitud entre ambas autoras es fruto de una tendencia literaria actual o es un producto de mi imaginación pero la verdad es que este tipo de obras que dejan libertad a la interpretación al lector se agradecen porque son muy frescas y porque, además, funcionan.

viernes, 13 de febrero de 2015

RESEÑA DE "RELOJES MUERTOS" EN LITERATURAS.COM

                                                                                             por Pedro M. Domene

/ Eva María Medina (Madrid, 1971) entrega su primera novela, Relojes muertos (2015) y, desde las primeras páginas, se percibe un firme pulso narrativo que nos sumerge en un extraño Relojes muertos207mundo, sus personajes viven entre una realidad inmediata y el abismo de la locura, una suerte de auténtico torbellino vital con una existencia marcada por la esquizofrenia, y el deseo único de otorgar sentido a una mísera vida.
            La narradora madrileña ha arriesgado mucho en su primer proyecto extenso, y abordar el tema de la locura resulta una apuesta interesante que recuerda a ilustres antecedentes, que no son necesarios cuantificar, aunque en una primera impresión, deberíamos matizar, Medina sale airosa, y en ese puzzle de imágenes y metáforas que componen Relojes muertos sobresale el hilo narrativo, y un profundo halo de humanismo deja un buen sabor de boca a la hora de avanzar por sus páginas. La vida del protagonista Gonzalo se concreta en una serie de vivencias y actuaciones que se mezclan en su existencia, y pasan de una absoluta cordura a una autentica locura en sus actuaciones y sucesivas opiniones; pese a todo, el personaje, aflora como alguien inteligente capaz de sobrevivir tan solo en la vida de los demás, sin llegar a intensificar el significado de la suya propia, y así será capaz de imaginarla sin que por ello ponga remedio alguno. Es así como, tal vez, cierto sector de la sociedad vea a algunos individuos, y solo cuando alguien se interese por nosotros, justificamos nuestra presencia, caso de Ángela, quien sustenta la vida de Gonzalo, le otorga credibilidad y da los primeros pasos para convivir juntos y otorgarle un sentido a su vida. Aunque a medida que transcurre el tiempo, el personaje irá encerrándose aun más en su mundo, se convierte en alguien intransigente y violento y parece vivir en ese mundo de los sueños, donde todo parece real aunque desaparece cuando uno despierta.  
            El resto de la historia muestra a unos personajes que viven las misma histeria, y sin duda la alusión a “relojes muertos” se deba precisamente a que se comportan como tales, viven en una atormentada irrealidad marcada por un relojes que ya no marcan las horas, o les llevan solo a imaginar y nunca consiguen alejarse de una tragedia obsesiva que condiciona sus vidas y nunca les permite alejarse del sinsentido de una locura colectiva. Como en la novela, en nuestra lectura nos vamos deteriorando, al igual que su protagonista, Gonzalo que irá viendo como se aleja de Ángela, de sus compañeros del trabajo y de su pequeño mundo, en un progresivo deterioro que terminará por destruirlo totalmente. Y solo así comprendemos y diferenciamos las dos posibles partes de Relojes muertos, una novela ambiciosa y compleja, una primera cuando se describe el proceso de la enfermedad y de su estancia hospitalaria con su vuelta a un mundo que le resulta ajeno, y la segunda, esa realidad cotidiana donde el mundo del ensueño y las percepciones subjetivas se abrirán paso para ensayar una narración diferente que, no obstante, oprime aun más la voluntad del narrador y, al mismo tiempo, la del lector, aunque de esa curiosa simbiosis resulta lo mejor de la novela.
                                                                                                      
                                                                                                                          

Fuente: http://www.literaturas.info/Revista/2015/02/relojes-muertos/

https://www.youtube.com/watch?v=Ui1oWpofh1c

miércoles, 11 de febrero de 2015

LORENZO SILVA Y JUAN MANUEL DE PRADA PRESENTAN "RELOJES MUERTOS"

Lorenzo Silva y Juan Manuel de Prada presentan “Relojes muertos” de Eva María Medina


Pocos escritores podrán presumir de tener como presentadores de su obra a los dos que tuvo Eva María Medina en la presentación de su libro “Relojes muertos”. En la sala de la FNAC de Callao a rebosar, la escritora madrileña estuvo acompañada por los escritores Lorenzo Silva y Juan Manuel de Prada. Ambos han conseguido el prestigioso premio Planeta, entre otros muchos galardones.

Ambos escritores se conocen desde hace veinte años, “cuando éramos jóvenes y neófitos”, recuerdan los dos en sendos pasajes de la presentación. Lorenzo Silva es uno de los más reconocidos autores de novela negra de España, con libros magníficos, pero inferiores a sus obras sobre Marruecos, absolutamente magistrales. Juan Manuel de Prada es otro excelente autor de novelas, algunas de ellas muy innovadoras, como Las máscaras del héroe. Ambos han escrito sobre la División Azul. Lorenzo, Niños feroces y Juan Manuel, Me hallará la muerte, una de las mejores novelas de los últimos años.

Con Lorenzo Silva, dando la alternativa y Juan Manuel de Prada confirmándola, la escritora madrileña no puede ser, y no lo es, un montaje editorial. Eva María Medina es una escritora de raza que ha encontrado su propia voz en el panorama literario español. Relojes muertos es una novela arriesgada que trata un tema complicado, la locura, del que la sociedad actual huye como de la peste. La autora necesitaba una editorial que compartiese sus mismas prioridades y la ha encontrado en Playa de Ákaba, que codirigen el matrimonio Lorenzo Silva y Noemí Trujillo.

“Últimamente el panorama editorial es desolador y el número de lectores está retrocediendo”, afirma el escritor madrileño y getafense o getafeño de corazón. De ahí que una editorial como la que él ha creado es necesaria. Él mismo lo dice cuando subraya que “libros realmente valiosos de escritores valiosos se estaban empezando a perder”. De ahí que quiera aportar su granito de arena, “siempre cuadrando las cuentas de la editorial”, apunta, con la publicación de nueve o diez libros interesantes todos los años.

Sin embargo, los títulos que llevan publicando en estos dos años de vida se salen de lo corriente. Relojes muertos es “un libro intenso, con una historia dura y valiente construida a través de muchas metáforas, confeccionadas con gran habilidad y sutileza”, opina Lorenzo Silva sobre esta nueva escritora, que cumple el precepto principal de la creación literaria, que es perturbar al lector.

A continuación tomó la palabra Juan Manuel de Prada, autor del prólogo del libro, que ha apostado por la escritora a la que conoció como alumna en un curso de literatura en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. El escritor de Baracaldo expresó su opinión sobre el mal momento vive la literatura. “Si en España escribir es llorar, ahora es como pasear por un alambre colgado de un precipicio”, dijo con toda la razón.

Para él la novela que se presentaba es “original, arriesgada y trata una cuestión incómoda y escabrosa como es la esquizofrenia, enfermedad que la sociedad quiere ocultar”. Recordó que hace unos diez años, él también escribió una novela sobre la locura, “La vida invisible” y lo desasosegante que es hacerlo. En su opinión, “la verdadera literatura no es la que engancha, sino la que nos exige un esfuerzo de atención” y la novela de Eva María Medina lo consigue y también engancha.

Finalizó el acto con palabras de agradecimiento de la novel escritora hacia sus presentadores y hacia sus lectores. “El feedback es fundamental para un escritor. Toda obra necesita un lector, si no está coja”.

No un lector, sino muchos, son los que va a tener Eva en esta profesión en la que ahora se inicia y que le depara un futuro ilusionante.

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